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Fernando y Margarita Callejo y su amor musical por Ponce

Callejo

Himno de Puerto Rico

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Imagen: Margarita Callejo-Correa y Fernando Callejo y Ferrer.

Por Néstor Murray- Irizarry, historiador

www.casapaolipr.com

Fernando Callejo y Ferrer (1862-1926)

 Su gran aportación a la cultura isleña se fundamentó en sus proyectos iniciales y juveniles con la ayuda de su padre, y primer maestro, Sandalio Callejo Ocasio, quien también era músico y director de banda. Más tarde se entregó sin descanso, en cuerpo y alma, a realizar investigaciones musicológicas en los archivos del país y del exterior.

Luego se empeñó en realizar estudios formales en el conservatorio de música de Madrid (1884-1889); estudios que no finalizó. Su insistencia en la necesidad que tenían nuestros jóvenes de que se estableciera en la isla un conservatorio de música fue uno de sus grandes proyectos. (El conservatorio del gobierno se fundó, tardíamente, en 1959).

Su sueño con su hija Margarita, por lograr que triunfara como cantante de ópera, tanto acá como en el exterior, le llevó a publicar, en 1915, su libro Música y músicos puertorriqueños, la primera historia de la música en Puerto Rico. Todo el dinero que se recaudó de la venta de este libro fue destinado a pagar, en Milán, la carrera artística de su hija. En esa época era costumbre que las “familias de bien” enviaran sus hijos a estudiar piano o canto a Europa, respondiendo, en parte, a una tradición de las familias acomodadas europeas.

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Aquella primera historia de la música local, escrita por Callejo, recibió muchas críticas favorables en y fuera del país. Su libro fue, en cierta medida, el resultado de la conferencia que dictó en la Biblioteca Insular, en San Juan, el 14 de marzo de 1915, titulada El arte musical en Puerto Rico, su pasado, su presente; la que posteriormente fue reimpresa en el periódico El Tiempo, de San Juan, entre el 18 y el 26 de marzo de 1915.

Fernando Juan de la Cruz Callejo Ferrer, conocido como Fernando Callejo, es considerado como uno de los “puntales” de nuestra historia musical. Nació en San Juan, el 24 de noviembre de 1862; y murió en Nueva Jersey, el 9 de diciembre de 1926. A los catorce años se dio a conocer como flautista en un concierto ofrecido por el barítono italiano Petrilli.

Cuando tuvo dieciséis años fue músico Mayor de Voluntarios, organista, y maestro de piano, en Lares. A los dieciocho años fue nombrado maestro de música del colegio de los padres jesuitas, hasta julio de 1884, año en que viajó a España para estudiar en el Conservatorio Nacional de Música, en Madrid. Allí ingresó al primer año de piano, armonía y composición. Estudió composición con los maestros Hernando y Arieta; y piano con Trigo y Mendizábal. En la temporada 1887-1888 formó parte, como violinista, en la orquesta del Teatro de la Zarzuela en Madrid.

 

Callejo
Fernando Callejo fue organista en Ponce, de los padres paúles.

 

Debido a un resfriado, la misma noche del estreno de La bruja enfermó de gravedad, viéndose obligado, luego del período de convalecencia, a retornar a Puerto Rico sin terminar sus estudios musicales (ni los de filosofía y letras, que por la enseñanza libre cursaba). Después de su regreso a la isla fue músico mayor de la banda de voluntarios de Mayagüez, Utuado y Arecibo. Además, fue organista, en Ponce, de los padres paúles, y profesor de piano en los mencionados pueblos.

Callejo fue autor de la música de la zarzuela El 12 de mayo, y de la romanza Sonando, muy aplaudida en el Ateneo Puertorriqueño; y creador de más de ciento veinte composiciones de estilo propio, un sinnúmero de ellas para piano, bandas y orquestas, en su mayor parte desconocidas y casi todas sin editar. No quiso nunca participar en certámenes.

En 1910 trabajó como postmaster de Manatí; donde fundó en 1913 la revista Servicio postal, órgano oficial de la asociación de administradores de correos de la isla; y fue director-fundador de la banda escolar de ese pueblo. Su desvelo por la educación musical, por la investigación y por dar a conocer la cultura musical de su gente —junto a sus conferencias, escritos, composiciones, interpretaciones— siempre fue el norte de su vida.

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Margarita Callejo-Correa: hija y diva (1892-1972)

De nombre Margarita Trina Callejo Correa, mejor conocida como Margarita Callejo, nació en Utuado el 23 de mayo de 1892.

Margarita se destacó como cantante de ópera. En 1910 regresó a su país con su hermana Carlota. Hacía dos años que se encontraban estudiando en Lexington, Ohio. Estudió canto y piano; y su hermana, piano y violín. Sin embargo, Margarita sobresalía como cantante, lo que la hizo acreedora de alabanzas, volviéndose la predilecta de sus profesores, que vieron para ella un brillante porvenir.

 

Callejo
Margarita Callejo 7 de mayo de 1917 en el papel de EN LA OPERA lOS PAYASOS Coleccion Familia Tió- Fernández.

 

Su padre, anheloso de completar su educación artística, se propuso, por recomendación de la maestra de canto, enviar a Margarita al conservatorio de música de Milán. Fernando acudió a la Legislatura para que le apoyaran económicamente. Ella heredó las facultades extraordinarias que la señalaban como a una elegida del bel canto. Sus estudios en la Academia de Ohio contribuyeron a una serie de triunfos, pues aprobó con la máxima puntuación todos los cursos del segundo año de escuela superior.

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Además, en ese mismo plantel académico ella, por su hermosa y bien timbrada voz de tiple, obtuvo una medalla de oro en la clase de música y canto. Estas cualidades meritorias la presentaron ante su país como una firme esperanza para el arte puertorriqueño. La única alternativa que tenía la familia Callejo para ayudar a Margarita a cultivar sus facultades era que el país subvencionará parte de sus estudios, tal y como se acostumbraba a hacer en otros pueblos con menos recursos económicos que el nuestro. Su padre no podía, en ese momento, seguir costeándole sus estudios artísticos en los Estados Unidos, y esa fue la razón de regresar a su patria.

Trina Padilla de Sanz, mejor conocida como la “Hija del Caribe”, inició desde Arecibo, una campaña –en los periódicos de la época—a favor de la aportación económica que Fernando le solicitó a la Legislatura del país.

La poeta arecibeña opinaba que se debía hacer el mismo esfuerzo y apoyo que con anterioridad se le había brindado a Antonio Paoli. Además, comentaba que: “…estamos en presencia de una espléndida promesa del mañana, de una futura gloria puertorriqueña, al igual, tal vez, que Antonio Paoli …”. […] Margarita posee un registro vocal tan extenso, que siendo mezzo soprano ataca con robustez y limpieza las notas de la tessitura de Contralto; sin escuela determinada aun, tiene la intuición del arte, y cuando el estudio y el tiempo, marquen el triunfo a la presunta gloria de esta tierra, que invadirá con bellos fulgores en el cielo del arte”.

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La suerte estaba de parte de la cantante y se consiguió la ayuda esperada. Con el objetivo de recaudar fondos adicionales, su padre, utilizando las buenas amistades suyas que residían en los principales focos de la vida artística de la isla, organizó varias veladas en beneficio de Margarita. En Ponce se llevó a cabo un concierto en el teatro La Perla en la noche del 23 de septiembre de 1911. La dirección y producción del evento estuvo a cargo de un grupo representativo de las fuerzas vivas de la gente más acomodada de la ciudad sureña.

El gran apoyo ofrecido a Margarita por la alta sociedad de la Perla del Sur también se reflejó en los periódicos de circulación diaria en la ciudad.

En aquellos tiempos, los periódicos eran foros indispensables para el triunfo de un artista. Esa es la razón por la cual Margarita agradeció públicamente la exposición, dando lujos de detalles de su concierto en dos de sus principales periódicos. La participación artística y el repertorio fueron muy diversos y la dirección musical estuvo a cargo de los pianistas acompañantes: A. de Candamo, el profesor Fernando Callejo; y Arturo Pasarell, quien también dirigió la orquesta.

Luego de pasar cinco años en Milán, la propia artista confesó que ese fue un tiempo de lucha, de esperanzas, de alegrías, y de sinsabores. Cinco años vivió entre el gris de los muros de una ciudad muy antigua, cuyo contraste con el verdor tropical que había conocido desde su infancia le producía tanta nostalgia.

Mientras Margarita estudió canto en Milán recibió lecciones de Adela Borghi, mezzosoprano de fama mundial y profesora de canto, de cuya escuela salieron personalidades artísticas que pisaron, triunfantes, los más acreditados escenarios de Europa, Norte y Suramérica. Terminó su curso con notas sobresalientes. A su regreso a la isla, en 1916, ofreció una audición privada; en la casa de una de las integrantes del Club de Damas de San Juan para un grupo selecto de amigos y admiradores. Margarita deleitó a más de cien invitados a la fiesta. Los conquistó en buena ley, a fuerza de talento y empleando con acierto sus aptitudes.

Luego de sus estudios en Milán, Margarita eligió a Ponce para su debut oficial; y siempre recordó con mucho entusiasmo el apoyo y las simpatías que le prodigó el público. A fin de conseguir el auspicio de su debut visitó a Lila Mayoral, del Club de Señoras, y del Casino de Ponce. Se anunció que cantaría junto al tenor catalán Hipólito Lázaro. Una de las figuras operática de fama internacional pertenecientes a la compañía italiana Bracale, que en abril de 1917 estaban de visita en la isla; en la ópera Los payasos de Leoncalvallo: Lázaro en el papel de Cannio, y Margarita en el de Meddha.

En realidad, sin embargo, la Callejo nunca cantó con Lázaro; aunque sí con otros de los cantantes de la misma compañía:  Guessepi Tacoani y el barítono Ernesto Coronna. Como obsequio a la debutante, la soprano ligera Aires Borghi Zeroi, cantó el aria de la locura de la ópera Lucia de Lammermoor. Esta presentación fue, sin duda, una de las pocas oportunidades de gran valía que tuvo la artista. En términos generales, las demás oportunidades fueron más bien intrascendentes. Con el paso de los años, Margarita continuó participando en papeles de cierta importancia escénica, pero no tan destacados como se esperaba de ella. En 1966 se enfermó y fue a Nueva York en busca de la cura. Pero allí murió, en julio de 1979, enferma aún, a la edad de 87 años.

*Datos tomados del libro Fernando Callejo, Casa Paoli/Ediciones Gaviota, 2015

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