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Himno de Puerto Rico

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La primera vez que escuché a un niño utilizar la frase “¡es igual que yo!” fue en mi salón de primer grado; durante la lectura del libro “Sulwe” (2019), escrito por la actriz Lupita Nyong’o. Utilizando unas ilustraciones impresionantes, este libro narra la historia de una niña que desea que su piel negra sea más clara.

Al principio del libro, Sulwe intenta aclarar su piel frotándola con gomas de borrar, comiendo comida de colores claros y utilizando maquillaje. Fue en esa página que mi estudiante de siete años levantó su mano y me dijo “¡es igual que yo!”. El estudiante compartió que su color de piel es mucho más oscuro que el resto de sus familiares y a menudo ha deseado ser diferente. “Sulwe” fue el primer libro en el que mi estudiante vio este aspecto de su vida reflejado. El libro sirvió como un espejo de sus deseos y luchas internas.

Al igual que Josliel, muchos niños en Puerto Rico no tienen espejos en la literatura infantil que los rodea. La mayor parte de los libros que se les leen, son escritos por autores extranjeros y describen realidades ajenas a las de nuestra niñez puertorriqueña.

La mayoría de los libros publicados por autores puertorriqueños narran historias sobre taínos, animales y naturaleza. En el artículo “Reflections on the Development of African American Children’s Literature” por R.S. Bishop, argumenta que “el que los niños se vean retratados visual y textualmente como auténticamente humanos es esencial para dejarles saber que son valorados en el contexto social en el que están creciendo”. Desafortunadamente, en Puerto Rico carecemos de un espejo valorativo para que, durante la niñez, la misma se nutra de celebraciones y afirmación de nuestras tradiciones, comunidades y apariencias físicas.


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La ausencia de espejos en la literatura infantil y los medios ha tenido un efecto significativo en la desconexión racial en la Isla. El 81% de las personas que completaron el Censo en el 2000 se identificaron como blancos, mientras que un 76% de las personas que completaron el Censo en el 2010 se identificaron como blancos, según el episodio “Puerto Rico, Island of Racial Harmony?” en el podcast Code Switch de NPR.

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Estos números no reflejan la realidad racial en Puerto Rico. Sin embargo, dicen mucho sobre la manera en que las personas se ven a sí mismas. En mi salón de clases, he observado cómo estos puntos de vista se desarrollan desde la niñez temprana. Niños han expresado sus deseos por tener piel blanca en vez de piel marrón o negra, pelo lacio o “bueno” en vez de pelo rizo y pelo rubio o “amarillo” como dirían mis estudiantes en vez de oscuro.

Como educadores, tenemos la responsabilidad de escoger libros que “reflejen las necesidades, preocupaciones, y la vida cotidiana de la niñez,” según, E. E. Thomas en “Stories still matter: Rethinking the role of diverse children’s literature today”.

Al proveer estos espejos, estaremos ayudando a crear respeto por la diversidad, que se aprecien a sí mismos y a los que tienen a su alrededor tal cual son, escuchando un ¡es igual que yo!. Estos cambios pequeños en nuestros salones de clases pueden tener un gran impacto en la vida de nuestros estudiantes, de su comunidad y de su país.

En mi blog, estaré resaltando libros escritos por autores puertorriqueños que proveen representaciones culturalmente apropiadas de la vida cotidiana de niñas y niños en Puerto Rico. Estos libros se pueden leer durante una lectura informal o se pueden atar a estándares y objetivos instruccionales. Espero que logren escuchar muchos “¡es igual que yo!” en sus salones de ahora en adelante.

Para más información sobre la importancia de los espejos en la literatura infantil pueden escuchar a la autora Grace Lin y su experiencia como Asiática Americana en los Estados Unidos, aquí.

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