Por: Nomar Stefans
Revolucionaria aquí y allá – en Venezuela, Cuba, Nueva York y Europa – Lola Rodríguez de Tió alzó y regó su voz por la libertad de Puerto Rico.
Hoy… ¿Cuántos de ustedes están de pie, listos de alma y corazón, y con las manos dispuestas a afilar los cañones y rugir por una libertad plena? Mañana… ¿Será tu rabia será pasajera? ¿O es honesta tu acción de lucha ahora? ¡Dejen de temer! ¡Basta! ¿No ven que el tiempo de los cobardes ha pasado? Levántense ahora, porque dentro de una hora sus andares tomarán de seguro una nueva travesía. Enfilemos nuestros pensamientos bajo una misma encomienda y, unidos, enfrentemos todo lo que hoy perturba nuestro mañana.
En algún momento en Puerto Rico, los nativos de las últimas generaciones perdieron aterradoramente el valor, la finalidad y el significado puro de la palabra LIBERTAD. Tenemos que analizar con honradez dónde ha quedado esa majestuosa plenitud que conlleva comunicar, vivir y exteriorizar ese estado de conciencia y acción de vida que, de tenerlo, nos liberaría de la descomunal encarcelación social y económica. Son tantos y tantas los que entienden que debemos de estar perennemente bajo el talón de los opresores que han acribillado nuestros valores como nación y rasgado la esperanza de nuestra gente. ¡Hay que enfrentarlos, pero enfrentarlos más allá de las palabras gritadas a coro, las marchas de cartón y las letras iracundas que mueren en la siguiente tirada! Ese ha sido nuestro pecado mortal. Bajo un brutal desasosiego y un insaciable fanatismo político, es justo y necesario evocar la presencia de una mujer que caló en la historia del mundo. Poeta, periodista y una de las figuras más prominentes del lirismo puertorriqueño, fue desterrada varias veces por su lucha a favor de la independencia del País, pero jamás desarraigada de sus convicciones y apego nacional, los que sostuvo aun desde el exilio. En este preciso instante, me coloco en la piel de la única Lola Rodríguez de Tió.
“¡Cuba! ¡Qué luz la que se refleja en esta tu linda, linda, linda La Habana! ¡Cuánto calor me ha dado esta tierra, cuánta vida le debo yo a ella! Ustedes hoy, cada uno, servirán de emisarios para que sus palabras libertadoras y las mías trasciendan con valentía las aguas que nos separan de la isla hermana, la isla donde comencé a soñar… Puerto Rico, ¡cuánto me dueles! Te tienen atada. Aun así, hoy mi espíritu se embarga de alborozo y alegría al imaginarte renacer en el mañana, realizada, llena de sueños, de nuevos amaneceres y, con ellos, el resurgir de tu afable gente. Ya lo decían nuestros jíbaros: ‘A esta isla riqueña la están descarrilando hacia una ruta ensordecedora, sofocante, agitada y opacada por la incertidumbre. ¡Es que se ha volca’o la opresión! ¡Eso sí! Es una opresión diseñada pa’ un nuevo mundo, una opresión elegante, de golpes sumisos, pero igualmente letal’.
“Nuestros jíbaros siempre nos mostraron con humildad y franqueza cómo ha de trazarse el camino para ir tras el país de ensueño, ese país próspero, justo y lleno de lo que hoy corre por mis venas… ¡LIBERTAD! Y aunque desde otra tierra querida te hablo mi bonito Borinquen, este sol permite sentir el calor de su gente, esos que labran un nuevo porvenir. Quiero decirte que lucho porque seas tan libre como el sonido del mar. Desgarra de tu mente y de tus entrañas todo lo que te impida sentir y vivir en total LIBERTAD. Que esos tiranos que desean con maldad y prepotencia hacer suya la isla de las prolíficas montañas, sepan que no seremos más víctimas del silencio, del abuso y del atroz engaño que nos ha conducido a la abominable desesperanza. ¡Despierta borinqueño que han dado la señal! ¡Despierta de ese sueño que es hora de luchar! He aquí mi voz, mis manos empuñadas en fuerza y letra, he aquí mi entera vida Puerto Rico, contigo, contigo, contigo. Este llamado patriótico tiene que hacer arder tu corazón: serás LIBRE. Yo, Lola Rodríguez de Tió, cantaré en estos montes como cantaba en mi tierra. ¡Vámonos borinqueños, vámonos ya, que nos espera ansiosa, ansiosa la libertad. ¡La libertad, la libertad!”.
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